A partir de los años 80, el número de mujeres que obtenían un título de grado era mayor que el de los hombres, y el salario de las mujeres estaba ganando terreno.Erin El Issa 22 de julio de 2020
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Esta serie examina el progreso financiero de las mujeres en Estados Unidos desde que se aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito en 1974. En esta entrega: los años 80, la década en la que el Congreso declaró oficialmente marzo como el Mes de la Historia de la Mujer.
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Avances en la formación continua
Mientras que la universidad era en gran medida un club de hombres a principios del siglo XX, las mujeres le dieron la vuelta a la situación en los años 80. A partir de los años 80, más de la mitad de las licenciaturas se concedieron a mujeres, según el Centro Nacional de Estadísticas Educativas. Las mujeres también representaron cerca de la mitad de los graduados en programas de maestría y casi el 30% de los graduados con doctorado en el año escolar 1980-1981, aunque estos títulos se concedieron desproporcionadamente a mujeres blancas.
A medida que las mujeres se educan más, sus salarios comienzan a aumentar en relación con los de los hombres. La brecha de ingresos no se cerró durante esta época -sigue siendo hoy en día-, pero empezó a reducirse a medida que las mujeres alcanzaban más puestos profesionales y directivos bien remunerados. La influencia de la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito de 1974 -que permitió a las mujeres obtener una tarjeta de crédito independiente de la de sus maridos e inauguró un nuevo nivel de libertad financiera- siguió aumentando. Las mujeres tenían ahora más opciones profesionales y más influencia financiera.
Es importante señalar que la brecha salarial entre mujeres de distintas razas existía en los años 80 y sigue existiendo en la actualidad. En 1989, las mujeres blancas que trabajaban a tiempo completo tenían un salario semanal medio de 334 dólares, mientras que las mujeres negras ganaban 301 dólares y las latinas 269 dólares. Según los datos más recientes -de 2018-, mientras que el salario semanal medio de las mujeres blancas era de 817 dólares y las asiáticas ganaban 937 dólares, las negras tenían un salario medio de 654 dólares y las latinas ganaban 617 dólares a la semana.
Avances en el poder político
Las mujeres de los 80 hicieron grandes avances en política. Sandra Day O’Connor se convirtió en la primera mujer nombrada para el Tribunal Supremo en 1981. Geraldine Ferraro fue la primera mujer candidata a la vicepresidencia por un partido importante en 1984. EMILY’s List se fundó en 1985 para ayudar a financiar las campañas de las mujeres demócratas que apoyaban el derecho al aborto. Desde su creación hace 35 años, EMILY’s List ha ayudado a casi 1.300 mujeres a ser elegidas para cargos federales, estatales y locales.
Cultura popular
La televisión de la década de 1980 mostraba a las mujeres en el lugar de trabajo apoyando a sus familias y a sí mismas, al tiempo que se pronunciaban a favor de los derechos de la mujer y la igualdad. Dos programas de televisión, "Lazos familiares" y "El show de Cosby," no eran comedias perfectamente feministas ni mucho menos, pero ambas estaban protagonizadas por mujeres fuertes y trabajadoras.
Elyse Keaton en "Lazos familiares" era una hippie convertida en ama de casa que crió a cuatro hijos con su marido, Steven, a lo largo de la serie. Ambos trabajaban a tiempo completo, Steven en una oficina y Elyse en casa como arquitecto. El programa dejó claro que una mujer necesita una identidad fuera de su familia y la capacidad de aportar ingresos para prosperar en el mundo moderno.
La matriarca de «El show de Cosby», Clair Huxtable, madre trabajadora de cinco hijos, pronuncia varios discursos feministas perfectos a lo largo de las ocho temporadas del programa. Denuncia el sexismo de los hombres que la rodean, negándose a morderse la lengua ante actitudes machistas. Clair se encontraba en una situación económica que le permitía prescindir de su trabajo, pero decidió hacerlo de todos modos. El programa destacaba la importancia de la igualdad en el matrimonio, con un reparto de las tareas domésticas que no era todo responsabilidad de la esposa.